domingo, 9 de agosto de 2009

El poder modifica las entrañas
dejando un je ne se qua de omnipotencia en la boca del estómago
o del corazón, a gusto del animal,
la razón cauteriza la dignidad
en una suerte de beatería abstracta e indolora
actuando al fin el actor sin conciencia,
pronunciando la frase más antigua del mundo
"que pase lo que tenga que pasar
pero en otra página del cuento y con otro protagonista".
Más tarde en una mesita de noche,
un cuaderno llorará porque las palabras ya no vienen a visitarlo,
mientras un blues o un miserere con cualquier nombre,
intenta consolarlo mintiéndole en la penumbra,
a unos minutos del amanecer.
Nada que confesar,
nada en el haber de buenas obras,
todo por deber y aún más en el cuaderno de penitencia;
gordo, de poder, y la razón huyendo a cada paso,
más lejos cada vez de pedirle perdón al amanecer.

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