martes, 26 de octubre de 2010

Á FRESCA

Así nacín, cos primeiros ventos de outono disposto a levarme a tristura e os malos antollos.
Así ficarei, na esquina de calquer estante da memoria para recoller a basura do espíritu.

Una historia interminable

Siempre había sido un romántico así que se negó a quedarse sentado en aquel bar esperando a que ella apareciese. Cogió su guitarra y salió en su busca. No sabía su nombre ni dónde encontrarla, solo recordaba sus hermosos ojos y el embriagador perfume que la acompañaba impregnándolo todo la noche anterior. Comenzó a recorrer las calles, un paso tras otro, una hora tras otra, hasta que se reconoció perdido en el mar de asfalto de su ciudad, la misma que ahora se le presentaba desolada y solitaria sin ella, no sabía su nombre pero si que la echaba de menos sin conocerla. Vencido ante la idea estúpida que se le había ocurrido ya no recordaba hace cuanto tiempo en aquel bar decidió regresar al pequeño tugurio en el que vivía, por así decirlo, traspasado por la sensación de vacío que el recuerdo de aquella mujer había dejado. Desizo su camino, giró infinidad de esquinas, largas calles mojadas un instante antes, pasaban bajo sus pies, un paso... dos pasos... hasta que apunto de sacar el mundo con sus llaves colgando del bolsillo, su mirada reconoció unos ojos que ya pertenecían a su más hondo anhelo. No fue necesaria ni la más breve palabra, los dos sabían que habían compartido la misma búsqueda, las mismas calles, la misma necesidad que al fin los había puesto en el mismo camino.

Para ti, el final de mi camino