sábado, 30 de julio de 2011

Le pediré al Diablo que me aguante la cerveza cuando mis piernas no aguanten la vergüenza del alcohol, y si pesa demasiado la meteré en un vaso de tubo impregnado en besos para que la carga sea más dulce; aún así acuérdate de regañarme cuando abanee de felicidad etílica por si se da el caso de que la responsabilidad de mi pequeño cuerpo no fuese suficiente. Sólo mátame cuando deje de querer ser, de querer vivir, de querer querer, porque entonces el Infierno será poco para este pecado y Satán un angelillo flagelándome por no ser yo.

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