jueves, 4 de marzo de 2010


y cambié al borde del último minuto
porque la mano insatisfecha de mi instinto
me empujaba para no dar marcha atrás,
y cambió la idea de mi persona
porque ese yo ya no me pertenecía,
porque era dueño el desenfreno,
porque estubo ávido de experiencias que no creía las mías
y porque luego resultaron mas mías que nadie,
y el cambio fue brutalmente sucedido
por la satisfacción que inyecta lo mal hecho
por malo a la conciencia y bueno para los sentidos,
y cambio sin querer por esta conducta repulsiva
y cambio queriendo por ser querida y anhelada.
y es mi estómago quien cambia con la repulsa
y son los ojos que no veo los escrutadores de lo
más interno por ser mío, del hecho absurdo de este nuevo viaje.
morí haciéndolo para renacer luego en el caldo de cultivo
del arrepentimiento y el regocijo, en la indecisión de esta nueva congetura,
salvaje a mis sentidos, arrolladora de mi canon, de la certeza de lo absurdo,
de esta yo, redescubierta en la repulsa y la excitación de lo extraño.

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